Monday, June 11, 2007

Un Luis Bermejo prodigioso




Nacido en 1931, curtido en sus inicios en multitud de series (Aventuras del F.B.I. , Apache, Capitán Trueno...),y perteneciente a esa nutrida generación de dibujantes españoles que explotaría hacia los sesenta-setenta, Luis Bermejo queda como un artista de enormes virtudes, pero que no ha llegado, quizá, a cuajar como otros lo han hecho, en el ámbito más popular.




Probablemente, Bermejo no aparezca destacado (o incluso ni aparezca, acaso) en algunas enciclopedias o listas de autores de cómics.
Sin embargo, las páginas y viñetas que subo aquí dan muestra de que, cuando ponía sus cinco sentidos, Bermejo podía llegar a dibujar como el mejor.
En este caso, como uno de los mejores, el grande Battaglia, cuya tremenda influencia sobre el español estimo que puede apreciarse fácilmente en estos extraordinarios dibujos.






Las imágenes pertenecen a un tomo dedicado a Edgar Allan Poe, que Toutain sacó allá por el año 1980 y que yo, al a sazón con 13-14 añitos, me apresuré a comprar, quedando de inmediato sin un chavo. Pero merecía la pena. Junto a Bermejo, en el tomo aparecían autores como Ortiz, Martín Salvador (cómo me gustaba y me gusta!),Wrightson, Monés, Corben, Alcázar...todos adaptando relatos del poeta de Boston






Con el tiempo, algunos de estos autores se me han venido a menos (pongo a Corben por ejemplo), pero el trabajo de Bermejo en estas adaptaciones entiendo sigue siendo colosal, de envidiar, a la altura de los mejores artistas del cómic.

Un trabajo de los buenos, de los intemporales.





























Monday, June 04, 2007

El dibujo de un artista soberbio:Martín Salvador


No era él un artista de los que , en principio, llamara quizás especialmente la atención, de esos que, en una primera ojeada rápida , sus dibujos nos cogieran por las solapas y nos gritaran: "Eh, tú! Mírame! ¿No ves que soy bueno?"

Pero el caso es que lo era.



Publicados en ese mismo número de esa misma revista te podías encontrar con algunas historietas de autores de gran prestigio, de mucha y probablemente merecida fama internacional, tanto que podían eclipsar engañosamente a un autor que, en la modestia de su sobriedad, de las cosas bien hechas, contenía la sabiduría del que ha entendido que buena parte del secreto de dibujar cómics está en que, cuando pasen los años, el dibujo se mantenga, en su esencia, intemporal, lejos de modas o tendencias más perecederas.



Martín Salvador, pues es de él de quien hablamos, tenía , tiene, creo, esa rara virtud de algunos dibujantes, a saber: que se dejan ir descubriendo poco a poco, a lo largo de años , en los que vuelves a revisar sus dibujos para ir dándote perfecta cuenta de lo muy , pero que muy buenos que eran.
Esa misma mirada, cambiada por el tiempo, que hace que algunos dibujantes que te gustaban hace años ya no te atraigan tanto, hace que otros, como Martín Salvador, aumente ante tus ojos sus maravillosas virtudes y se te acerquen a un primer plano, esta vez para permanecer.










Aunque a mí, lo cierto, es que me enamoró desde un principio.
Me atraía esa forma tranquila, sin alharacas, de abordar los cuadros, con esas formales composiciones, con un dibujo de las figuras de proporciones y poses tan humanas, nada forzadas, y con, al igual que otros grandes artistas y compañeros de décadas, esa manera soberana de afrontar el negro, repartiendo manchas y reservas de blanco con generoso magisterio.
De la etapa en que abordó las aventuras de Dick Turpin, con guiones de Mora, os subo estas espléndidas muestras, ejemplos maestros de su grandísimo talento, para que podáis, espero, confirmar mis impresiones.